Para llegar de Ginebra al Mediterráneo hay una ruta predestinada: la Vía Rhona. Para nosotros ella se puede dividir en tres partes.
1) la parte nordico, desde Ginebra hasta Lyon.
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la parte austral desde Lyon hasta Arles.
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El Delta del Ródano - La Camarga
La primera parte se caracteriza para nosotros por paisajes grandiosos, que se caracterizan por las montañas de los Alpes y el Jura. Para seguir el Ródano, hay que superar algunos metros de altitud al principio, luego se baja en descensos apresurados hacia el pueblo Seyssel. A partir de ahí, se disfruta de ciclovia fluvial como de película: siguiendo el río, en su mayoría bien desarrollado, bien señalizado, cordilleras a los dos manos, que se ven cada vez más bajas acercandose a Lyon. Los pueblos Seyssel, Chanaz y Morestel invitan a un descanso confortable - una embalse poco después de Chanaz invita a una parada de natación. También en la zona de recreo artificial La Vallée Bleue se puede descansar bien, tomar el almuerzo y estirar las piernas. No se siente una gran obligación de hacer visitas culturales en esta etapa. Es más bien un trayecto para experimentar la naturaleza y disfrutar del ciclismo.
Nuestras pernoctaciones correspondieron a la característica natural del trayecto: ya hacia las 18 horas, cuando salimos de Ginebra el 6 de agosto con el objetivo de pasar la noche poco después de la frontera en la UE. Pero a la salida de la ciudad el dios del tiempo nos mostró que tenía otros planes con nosotros. Comenzaron fuertes lluvias acompañadas por tormentas. Teníamos que refugiarnos medio mojados bajo un puente peatonal. Tan rápido como el fantasma apareció, se disulvó de nuevo y pudimos continuar. Orgullosos de no haber perdido la ciclovía en el laberinto de callecitas en la salida de la ciudad, llegamos, antes de que nos dimos cuenta, a la reserva natural, mientras las nubes grises se juntaron de nuevo sobre nosotros. Queríamos llegar al primer pueblo francés para poder pagar en euros, ya que nuestros últimos 10 francos no serían suficientes. Así que pedaleamos rápidamente mientras ciclovía Vía Rhone se convierte en una pista para bicicletas de montaña. (En esos momentos Katharina siempre se alegra de que no tiene que manejar). Finalmente llegamos a un puente ferroviario con un puente peatonal debajo. Al puente peatonal sólo se puede acceder a través de una escalera estrecha y empinada, imposible de maniobrar con Düsi cargado con las alforjas encimas. Mientras inspecctabamos el otro extremo del puente, las nubes grises nos alcanzaron y se desató una tormenta. Una mirada más al cielo nos reveló que ya no saldríamos debajo del puente a la luz del día. Por lo tanto, instalamos nuestro primer campamento salvaje e ilegal - ya que eso es oficialmente prohibido en Suiza - bajo el puente del ferrocarril, armamos nuestra tienda y disfrutamos de una fondue de queso listo calentado en la estufa. A la mañana siguiente, después de un baño en el arroyo, tomamos nuestro segundo desayuno por los 10 francos en una panadería en el último pueblo suizo. Después cruzamos la frontera para volver a la UE en el kilómetro 1777 de nuestro viaje. Rápidamente nos acostumbramos a las nuevas señales de color blanco-verde, que también eran fáciles ya desde la zona fronteriza. La noche siguiente encontramos un camping oficial en el pueblo Port de Murs, donde pudimos compartir el sitio con el trotamundos Cyril. El tobogán de la piscina del camping nos recordó al balneario de Kreuzlingen, pero Matthias bajó demasiado rápido y se golpeó ligeramente el talón izquierdo. Nos sorprendió la mala comida del camping, ya que habíamos almorzado unas horas antes una muy buena comida en Seyssel. Obviamente nos habíamos alegrado demasiado rápido de haber vuelto a un país con buena comida a precios razonables. (Disculpen amigos suizos, pero la relación calidad y precio de comida en su país mala.) La tercera noche en el río Ródano nos sorprendió otra aventura: Del pueblo Lagnie al pueblo Jens, la Vía Rhona aún todavía no está desarrollada. También la señalización de desvió que normalmente había, había desaparecido, por lo que tuvimos que pedalear la última parte hasta Lyon en la carretera normal. En el pueblo Villette d’Anthon nos dirigimos al primer y único camping en el camino. Sorprendentemente, nos rechazó a las ocho de la noche con la alegación de que ya no quedaba sitio para nuestra pequeña. Nos aconsejó probar suerte en un camping a 15 km, que no estaba en nuestra ruta. Horrorizados por la mala gestión y las consejos poco realisticos para un ciclista, seguimos nuestro camino hacia Lyon. Como no apareció ningún otro camping y también el hotel que quedaba en la ruta estaba lleno, acampamos en la zona recreativa de Lyon. Cómo este resultó ser relativamente bien visitado - también en la noche -, nuestro sueño no fue tan relajante. Pronto por la mañana desarmamos la carpa. Gracias a Dios, porque poco después empezó a llover. En una atmósfera de otoño místico, llegamos a Lyon. Cuando llegamos a la ciudad a las 10 de la mañana, una mirada al meteo no anunciaba ningún mejoramiento. Decidimos tomarnos un descanso por el resto del día, tomamos una habitación seca y nos escondimos de la lluvia en el Museo de la Confluencia. El edificio fue diseñado por los arquitectos austriacos Coop Himmelblau. La exposición intenta de monstrar en sus diversas facetas la evolución y estadía del ser humano en el mundo como del mundo mismo. Nos gustaron las extensas y coloridas colecciones de pájaros y animales, así como la parelidad de los diferentes enfoques en la vida. En unas cabinas redondas de televisión hicimos una adorable siesta. Pero en todo salimos un poco decepcionados. Probablemente, teníamos demasiadas expectativas. Y monstrar toda la evolución del ser humano y del mundo es una tarea casi imposible. Terminamos el día de descanso con una vista desde la catedral a Lyon y una buena cena china.