Salimos de Francia en el Eurovelo 8, lo intentamos al menos. Seguimos las señales mientras el cielo sobre nosotros se ponía más y más amenazador. En el pueblo Maureilas-las-Illas de repente no podimos seguir: la carretera estaba cerrada y con ella la ciclovia. Katharina ya estaba harta de las aventuras en ciclovias e insistió en conducir por la carretera nacional a España. Este camino ya era conocido a Matthais de su última gira a España. La carretera sube lentamente por un valle es bastante estrecho, el arroyo serpentea más abajo en el fondo. Muchos francés nos adelantaron. Estos conductores parecen ser alérgicos a las autopistas. Subimos bastante rápidamente la montaña, pero Katharina estaba en su modo: eramos demasiado lentos para ella, ya que es plano. Poco antes del paso nos anima un mochilero haciendo dedo: faltan sólo 500m hasta arriba. Llegados a la cima nos detenemos en el pueblo fronterizo. Compramos una bebida fria para refrescarnos. Y ahora también Katharina veía que habíamos hecho una buena subida. Todavía faltaban unos kilómetros para llegar a Figueres y Katharina no estaba segura si podíamos hacerlos antes del anochecer. En Figueres queríamos visitar el Museo Salvador Dalí. Avanzamos lentamente por la ciudad fronteriza, El Perthus, porque se había formado un pequeño atasco de tráfico.
Después de cruzar la frontera, pudimos avanzar bien, porque el atasco solamente había al otro lado para entrar a Francia.conducimos a lo largo del atasco de tráfico, que se extiende a lo largo de varios kilómetros. En la primera gasolinera paramos para conseguir unas mapas españoles. Normalmente navegamos manualmente y usamos el GPS sólo cuando es complicado, no estamos seguros del camino o cuando nos hemos perdido. Excepto el primer día sin ciclovia en Francia, este método funcionó bastante bien. El camino a Figueres está bien señalizado, porque íbamos en la N II, que va desde la frontera francesa a través de Figueres, Girona, hasta la costa. En Barcelona deja la costa y se dirige hacia Zaragoza y finalmente hacia Madrid. Decidimos seguir esta ruta hasta Barcelona. Desde Barcelona teníamos que encontrar el camino nosotros mismos, ya que no existen ciclovias y la ruta national News II a partir de allí ya es autopista, en cual está prohibido ir en bici. Los carriles para bicicletas están a lo largo de nuestros destinos Magelware y nos obligan a encontrar nuestro propio camino.
En Figueres hicimos nuestra primera parada y encontramos un restaurante de tapas muy sabroso para cenar. En este lugar, por un lado se puede pedir comida, por otro lado se pueden conseguir bocadillos - calientes y fríos - en la bar. Ademas los bocadillos que salen de la cocina se ofrecen primero directamente en las mesas antes de ser llevado al bar. Nos volvemos a enamorar inmediatamente de este sitio. Los bocadillos tienen diferentes precios, los cuales están marcados por diferentes palitos. Al día siguiente dormimos hasta tarde y así recién por medio día nos dimos cuenta que visitar el museo de Dalí se ha puesto de moda. Hay largas colas en la entrada y en las taquillas. La entrada se divide en intervalos de media hora, nuestro tiempo es recién en 45 minutos. Como Matthias conocía el museo desde hace 20 años, nos dirigió a la segunda parte de la exposición. En esta parte se muestran diseñado por Salvador Dalí. La pieza más impresionante es probablemente el Corazón Real, un corazón de oro y piedras preciosas. Observamos esta parte de la exposición con tranquilidad aprovechando el horario de espera y luego hicimos cola para la admisión de las 12:30. Años atrás cuando Matthias estaba la primera vez aquí, todo era diferente. Había horario nocturno de apertura y había mucho menos visitantes. Ahora hay probablemente más visitantes que objetos expuestos. Para Katharina es una molestia, hay demasiadas personas o poder disfrutar con calma la exposición. En el patio de entrada la gente estaba atascada. Le dimos a la Limosina de escultura un euro, y empezó a llover: En el interior, la lluvia se abataba sobre las figuras. No es el único objetivo que fue diseñada por Dalí con humor.
Nos despedimos de Figueres con un aperitivo de tapas y seguimos hacia Girona. Para el pesar de Katharina, la ruta no es cuesta abajo, sino montañosa. Seguimos la N IIa y conducimos por el carril de desvió. Pero este es ancho y limpio, así que lo usamos cómodamente. Antes de llegar a Girona tuvimos que subir otra colina, para después bajar relajadamente hacia la ciudad. Después de haber guardado todo en el hotel, comenzamos a explorar la ciudad. En la recepción nos habian equipado con un mapa de la ciudad y muchos buenos consejos. Primero buscamos un camino a la vieja catedral. Desde allí caminamos encima de la muralla de la ciudad. Se acercaba la noche y con ella la oscuridad. La muralla está bien conservada y se hay una hermosa vista de la ciudad. También se pueden acceder tres parques desde la muralla. Así que puedes exqminar el parque desde arriba antes de explorarlo a pie. Desde la muralla nos dirigimos hacia el centro de la ciudad, porque teniamos hambre y queriamos una buena cena. El primer restaurante que nos habían aconsejado parecia estar completamente reservado, y a Matthias no le gustaba el menú. El 2º restaurante parecía insignificante desde el exterior, pero nos esperaba un exquisito menú de degustación con acompañamiento de vino. Riquísimo … Algunos platos que nunca habíamos probado antes, como por ejemplo el chocolate ahumado servido en una campana de humo.
Desde Girona nos dirigimos a la Costa Brava. Katharina sigue anhelando el mar y espera con impaciencia unas bañaditas. Así que nos detuvimos en la primera oportunidad para almorzar en la playa. Katharina ya tenía síntomas de abstinencia ;-) Luego seguimos y elegimos un lugar menos turístico para pasar la noche. Dado que las dos alojamientos del pueblo - el simple albergue y el hotel - eran igualmente de carros, elegimos el hotel.
Al día siguiente trasladamos nuestro desayuno a la playa. Descubrimos un lugar adecuado a lo largo del camino de la playa. Para nuestra sorpresa, según la información de los transeúntes este camino nos iba a llevar a Barcelona: un camino de ensueño para ir a Barcelona - 20 kilómetros directamente en la costa. Y encima, como el tiempo estaba nublado, no habia mucha gente. Y justamente cuando llegabamos a Barcelona, salio el sol. Así que decidimos a corto plazo hacer una parada y meternos en el mar en la playa de Barcelona.