##Llegada al kilometro 0
Desde Zaragoza nos dirigimos hacia las montañas. Primero pedaelamos hacia Daroca y luego hacia Molina de Aragón. Habíamos elegido esta dirección, porque la N II desde Zaragoza hasta Madrid es sólo una autopista y por eso prohibido para ciclistas. A partir de ahora nosotros mismos tuvimos que buscar cada día el camino para avanzar. Al principio, seguimos la N 330, que nos llevaba a una amplia meseta. El paisaje era bastante árido, cada 5 kilómetros aparece un pueblo. En un pueblo asi con el nombre Cariñena almorzamos. Por medio día hacía calor, así que estábamos muy contentos de poder descansar en sombra. Primero tomamos algo en un bar, luego nos sentamos en la sombra a la entrada del Casino del pueblo. Era uno del tipo antiguo con grandes mesas redondas, hombres de edad superior y cartas para jugar poker. Cuando la frecuencia con que se pasaba por la entrada demasiado aumentó, cambiamos a la sombra del ayuntamiento para descansar un poco más. Desde Cariñena tuvimos que superar dos pasos para llegar a Daroca. La mayoría de las casas de esta ciudad son históricas y cubiertas de ladrillos de barro. Nos alojamos en el albergue a la entrada del pueblo. Luego nos fuimos a comprar y a conseguir información en la información turística. De allí dimos una pequeña vuelta por pueblo, antes de que el hambre nos hizo regresar al hostal. Los pocos menús que había para elegir no eran nada especial, pero eran muy generoso con las bebidas: nos daban una botella grande de agua, una con gaseosa y otra más con vino. Todo incluido en el precio! Y el vino si nos gustó!
Para continuar nuestro viaje al día siguiente, no elegimos la carretera directa a través del pueblo, sino la carretera siguiendo la muralla de la ciudad - el camino un poco más largo, pero con una vista pintoresca al pueblo. En los siguientes kilómetros vimos a ninguna alma. Primero subimos a una meseta, después pedaelamos varios kilómetros encima de ella todo recto. Las tres lagunas a la izquierda y a la derecha, en las que supuestamente se pueden observar bien aves y pájaros, no son visibles desde la carretera, así que las dejamos atrás sin prestarles atención. Tomamos la alternativa menos frecuentada de Molinas de Aragón. En el único pueblo en la ruta nos paramos para hacer descanso. Daba la impresión de ser bastante somnoliento, casi abandono. Pero había mucha gente en el restaurante al frente de la iglesia. No sólo parecía que toda la aldea se había reunido, sino que también los familiares parecían que habían venido de visita para las vacaciones de verano. También nosotros tomamos unos refrescos y comimos unas empanadas recién hechas. Más kilómetros solitarios y calurosos nos llevaron a Molina de Aragón. Allí todavía se podían sentir las secuencias tardías de la fiesta anual del pueblo que había tenido lugar el día anterior. También aquí nos comimos - esta vez Patatas Bravas. Después tuvimos que subir de nuevo - con una bonita vista al pueblo - hacia el Alto Tajo. A partir de aquí, el trayecto se pone muy solitario. Aparte de unos pocos aficionados al montañismo y unos kayakistas, hay poca gente. En el pueblito Tarabilla intentamos de encontrar albuerge. Esta vez las habitaciones de encima del restaurante ya estaban ocupadas. La hija del dueño nos llevó a la agencia local de kayak, que tenía una casa para que sus huéspedes. El empleado quería enviarnos primero algunos kilómetros más lejos a un camping natural o aún más lejos al siguiente pueblo. Para nosotros eso no era ninguna opción, porque ya estaba poniendo oscuro. Finalmente el jefe dio su santo para que nos quedáramos en una de las habitaciones, porque los siguientes invitados vendrían recién al día siguiente. Estábamos muy alviados! Muchas gracias! Disfrutamos de la cabaña amueblada diseñado con mucho cariño, con ducha caliente, cocina, sofá y hermosos libros ilustrados sobre el Alto Tajo.
Al día siguiente fuimos cuesta abajo, hacia el río, y después de cruzarlo de nuevo cuesta arriba. Nos alegrabamos de que la noche anterior no habíamos continuado el viaje. Después de otra bajada y un lento pero largo ascenso, que se inclinó antes de llegar al pueblo de montaña Peñalen, queríamos almorzar. El restaurante del pueblo estaba cerrado, a pesar de que era mediodia. Así que tuvimos que contentarnos con chocolate caliente y unas chucherías. En compensación, el padre de la dueña nos dió muchas información para los próximos kilómetros.
Después de unos pocos metros mas de subida al salir del pueblo, comenzó la prometida meseta con suave bajada. Íbamos tranquilamente a través del bosque hacia Villanueva de Alcorón donde comimos una vez más Patatas Bravas.
La última etapa del día nos llevó al gran Embalse de Entrepeñas. Queríamos pasar la noche en el pueblo Duro, que quedaba cerca de esta embalse. Pero el gran y bello lago no es utilizada de ninguna manera para la práctica de deportes o actividades recreativas y, por lo tanto, la búsqueda de alojamiento resulta ser muy difícil. Las pocas personas que encuentrabamos en el pueblo, nos envió a dos alojamientos privados - uno estaba cerrado, de la otra salía después de fuertes golpes en la puerta una mujer mayor obviamente confundida, quien nos contó una historia confusa sobre un gran congreso que tenía lugar cerca, habitaciones reservadas, montón de huéspedes y coches, por lo qué íbamos encontrar una habitación aquí… Cómo no había ningún husped en todo el pueblo, nos quedábamos un poco asustados y nos fuimos voluntariamente. Seguimos la búsqueda en el restaurante en el cruce cerca del pueblo. Pero este no alquilaba habitaciones. El propietario sin embargo se puso las pilas para ayudarnos y llamó a todos sus contactos. Cómo no consigo nada, finalmente nos envió a la piscina pública, que quedaba al final de la próxima calle lateral. Ninguna señal u otra indicación avisa que hay alli una piscina tan nueva y espaciosa. Y alli tuvimos suerte: era el último día de la temporada y mientras las señoras limpiaban, nos permitieron tomar una ducha gratuita y antes de armar nuestra tienda y cocinar. Cuando la preguntamos, si no había ya pasado la hora de apertura y era demasiado tarde para tomar una ducha, la cajera afirmó con una sonrisa que eso sería su decisión y que mientras tanto estaba limpiando no habrá problemas.
En el bar del dueño servicial tomábamos un trago de buenas noches, mientras observábamos relámpagos brillar detrás de la colina. Katharina primero creyó que era una gran discoteca con un poderoso espectáculo de láser. Pero para nuestra molestia, la tormenta dió toda la noche vueltas alrededor y no nos dejó dormir bien. Justo en las primeras horas de la mañana, cuando queríamos desarmar la tienda, se derramó sobre nosotros y retrasó nuestra partida. Así que más tarde de lo planeado partimos. Al subir de la próxima cuesta casi perdimos el camino. Katharina se dió cuenta, así que dimos la vuelta a tiempo y tomamos el camino correcto. Pero finalmente bajamos un hermoso y largo valle de arroyo, pasando por unos cuantos mini pueblos dormidos, donde de vez en cuando sólo veíamos a gente mayor. Durante el paso por estos pueblos no encontramos ninguna tienda o bar abierto, como tampoco en el próximo gran pueblo Armuña de Tajuña. Recién en el cruce con la carretera CM2004 pudimos comer bocadillos frescos en un restaurante antes de vencer la última subida del día. El final del día fue el descenso por un valle seco y tranquilo hacia Ardoz de Torrejón. La entrada a la ciudad era un poco complicada, porque la carretera parecía una autopista y las calzadas tenían un orden ilógico. Intentamos seguir las señales, pero algunos conductores nos tocaron la bocina y nos insultaron. En la ciudad pudimos ir en una cyclovía al rededor del parque Europeo, que contiene réplicas en miniatura de edificios famosos. Llegamos justamente en el momento, en cual el amigo de Matthias, Miguel, intentó de ponerse en contacto con nosotros. Pasamos con él y su familia una tarde maravillosa con agradables conversaciones, chapoteando en la piscina, jugando con los niños y comiendo bien. Después dormimos muy bien en el sofá de la sala de estar - sin tormentas!! La última etapa nos llevó al día siguiente a la capital de España, Madrid. A través de los suburbios, pasando por varias estaciones de metro y a lo largo de grandes calles, pedaleamos hasta el corazón de Madrid. Google Maps nos tendió una trampa, ya que nos envío por una supuesta ciclovia a lado de una autopista. Pero esa ciclovia resultó ser nada más que un camino arenoso, lleno de baches, que terminaba en unas colinas de arena salpicadas con espinas. Sin embargo empujando una corta distancia pudimos volver a la carretera. Luego un bulevar, en parte incluso con una buena ciclovia, nos llevó al Parque Retiro. Pasamos varios obras para llegar a la Plaza del Sol con el oso de Madrid y el Punto Cero. Este es el origen de muchas carreteras nacionales y por lo tanto este punto se llama kilómetro zero. También la N II, que termina en la frontera francesa y cuál seguimos por muchos kilómetros, comienza aquí. Después de la foto obligatoria al final de nuestra última etapa, pasamos tres días de descanso en Madrid. Gozamos de la piscina del hotel, visitamos amigos y disfrutamos de la comida española. Muchas gracias a Lorena y Aida por los encuentros agradables.
También tuvimos que organizar el vuelo de regreso. Habíamos comprado el billete a mediados de agosto, pero ahora teníamos que encontrar un caja para Düsi. Fuimos a dos tiendas de bicicletas, conseguimos una caja de bicicletas eléctricas y una caja de bicicletas normal. Además compramos dos bolsas plásticas de los chinos para poder combinar dos alforjas en un solo artículo. Lo más difícil fue el transporte al aeropuerto del Düsi, todas las alforjas y las dos cajas. Habíamos decidido separarnos. Matthias se iba a ir al aeropuerto con la mayor cantidad de alforjas y Düsi, mientras que Nini llevaría en el metro las cajas al terminal. Matthias acompañó a Nini con los cartones hasta la estación de metro donde tenía que cambiar al metro al aeropuerto. De allí Matthias tuvo que regresar e ir enseguidamente pedaleando al aeropuerto. Mientras tanto, Katharina tuvo que superar el reto de que la parada del metro no estaba en el mismo terminal que la ventanilla de la aerolínea y que apenas podía caminar con las cajas grandes porque no podía ver nada. Encima el aeropuerto estaba en renovación. Por lo tanto, algunos pasillos eran difícilmente transitables debido a la obra. Y cómo nuestro vuelo no se mostraba al principio en los monitores, tenia que hacer el desvío sobre la información para conseguir la información, donde teníamos que hacer checkin. Allí esperaba con ansiedad la llegada de Matthias. Llegó justo a tiempo para empacar la bicicleta y las alforjas. Desafortunadamente las bolsas baratas se rompieron inmediatamente, pero el cielo nos envió un ángel en forma de un empaquetador. Envolvió nuestra bicicleta (con la caja) en plástico y cinta adhesiva por un par de euros. Fuimos los últimos pasajeros en facturar nuestro equipaje, la bici fue aceptada sin dudarlo, Matthias sólo tuvo que ayudar a subirla a la cinta del equipaje. Fuimos corriendo a los controles y de allí a la puerta anunciada. Allí nos enteramos de que la puerta había sido cambiado al último minuto, porque otro vuelo de otra línea estaba embarcando. Intentamos encontrar la información correcta. Seguimos corriendo hasta la puerta correcta y llegamos justo a la hora de embarque. Barajas es un aeropuerto enorme y por eso pudimos observar un avión despegando a nuestro lado mientras nosotros mismos despegamos.
En Viena, el camino hacia la casa de la hermana Matthias resultó ser más complicado de lo pensado. Logramos cambiar de tren dos veces, antes de que tuviéramos que esperar al último tren por horas debido a un cierre de paso por la policía. Así que llegamos muy tarde a casa de la hermana Matthias, pero allí nos recibieron con buena comida y alegre en Austria. Nos alegramos de antemano de las próximas semanas con la familia y los amigos.
Por último, un pequeño resumen sobre cicloviaje en España al margen de las ciclovias pelegrinas:
- Si quieres tener paz y tranquilidad como ciclista, España es el lugar perfecto. En todo el camino desde la frontera hasta Madrid sólo conocimos a tres cicloviajeros y tal vez a un puñado de ciclistas de carreras. Además, existen zonas poco pobladas como el Alto Tajo o la llanura zaragozana.
- Las ciclovias son escasas en España. En algunos pueblos y ciudades motivadas, como por ejemplo Madrid o Barcelona, hay algunas en buen estado, pero a más tardar al límite de la ciudad se termina - y esto a veces de forma bastante inesperada y abrupta, de modo que nos chocamos una vez casi a toda velocidad con la barandilla. El Eurovelo 8 existe, por lo tanto, en España a grandes distancias sólo en teoría.
- Para viajar en bici por España, es recomendable elegir rutas nacionales siempre cuando hay una autopista paralela sin peaje y también los desviós y calles secundarias acompañado autopistas o carreteras nacionales.
- La planificación de rutas por Google Maps y otras parecidas debe ser utilizados con precaución en España. Así, una supuesta ciclovia a la entrada de Madrid resultó ser un camino de arena en mal estado.
- Los mejores amigos del cicloviajero son pequeños bares en los pueblos, en los que uno puede tomar maravillosas bebidas frescas y Patatas Bravas. Pero, ¡Ojo! si un pueblo no tiene bar o está cerrado … el siguiente puede estar lejos.
- En la costa mediterránea hay bastante campings, pero en el interior del país son escasos.